Cada año, miles de accidentes de tráfico son causados por un enemigo silencioso que acecha en nuestras carreteras: la fatiga en la conducción. Este problema, al que muchas veces solemos dar poca importancia, puede tener unos efectos devastadores tanto para nosotros como para aquellos que nos rodean.
Por eso, en este artículo, vamos a explorar con mayor detalle qué es la fatiga en la conducción y cuáles son los síntomas que la acompañan. Además de conocer los graves efectos que puede tener sufrirla.
Qué es la fatiga en la conducción: definición y síntomas
Tanto si eres un conductor experimentado como si te estás formando para ello, la fatiga en la conducción es un problema que debes conocer en profundidad. Cuando hablamos de ella nos referimos al estado de cansancio extremo o de somnolencia que podemos experimentar mientras nos encontramos al volante.
Esto puede deberse a una mala noche, el consumo de alcohol o drogas, viajes muy largos y sin descanso, etc. Pero, en cualquier, caso, los síntomas que se experimentan son los siguientes:
Bostezos frecuentes.
Ojos cansados o con picor.
Dificultad para mantener los ojos abiertos.
Malestar general.
Problemas para mantener el rumbo incluso en línea recta.
Sensación de falta de concentración.
Es decir, una serie de sintomatología asociada con el cansancio extremo que puede tener consecuencias tan graves como las que vamos a ver a continuación.
¿Por qué es tan peligrosa la fatiga al volante?
Si alguna vez has experimentado una situación de cansancio extremo, seguro que puedes hacerte una idea de la peligrosidad que tiene encontrarse en este estado mientras conducimos. No obstante, para entenderlo mejor, vamos a ir abordando las razones por las cuales no es buena idea coger el coche cuando nos encontramos así:
Disminuye la atención y la concentración. La primera consecuencia que sufrimos cuando estamos muy cansados tiene que ver con una disminución de nuestra capacidad para atender a estímulos y concentrarnos. Esto hace que no podamos prestar la atención que deberíamos a la carretera, pudiendo hacer que suframos algún accidente.
Tiempo de reacción más lento. A esto debemos sumarle el hecho de que la fatiga ralentiza los tiempos de reacción, por lo que tardaremos más en frenar, cambiar de dirección, etc. Esto también aumenta el riesgo de sufrir una colisión.
Aparición de microsueños. Cuando nos encontramos en un estado de fatiga elevado, es más probable que se produzcan microsueños, que son periodos breves en los cuales nos quedamos dormidos. Al perder totalmente la conciencia, también podemos perder el control del vehículo, lo que tendría unas consecuencias fatales.
Incremento de errores de juicio. La fatiga también afecta a la capacidad de los conductores a la hora de tomar decisiones rápidas y precisas. Como consecuencia, podemos realizar maniobras más imprudentes.
Disminuye la coordinación motora. Esto, al igual que todos los problemas citados anteriormente, puede dificultar el control del vehículo. Una situación que puede tener unas consecuencias catastróficas.
En resumen, el cansancio o fatiga genera un estado en el cual no tenemos la capacidad suficiente como para conducir de forma efectiva. Motivo por el cual es necesario evitar hacerlo cuando estemos así.
La mejor manera de reducir la fatiga al volante, el descanso
Como vemos, a pesar de que se le da poca importancia, la fatiga al volante puede poner en riesgo nuestra salud y la de otros conductores, por lo que es necesario evitarla. Para ello, debemos dormir correctamente, hidratarnos y establecer los periodos de descanso que sean necesarios.
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