
La importancia de la educación para una movilidad universal y segura
Resulta difícil obviar la reciente eclosión de un caleidoscópico abanico de posibilidades para desplazarse por nuestras vías. Este frenesí tecnológico en el que estamos sumidos y que favorece el desarrollo de múltiples soluciones para atender a las distintas necesidades de las personas tiene, como no, sus pros y sus contras. El ejercicio de una movilidad en igualdad de condiciones para las personas con movilidad reducida, la mejora de la calidad del aire en nuestras ciudades y la reducción del número de accidentes de tráfico, son algunos de los innegables beneficios a los que no debiéramos renunciar. Pero, por el contrario, la mayor interacción que se produce entre usuarios de muy distinta condición genera una serie de conflictos de intereses y derechos que requieren de una respuesta multidisciplinar, no existente en la actualidad, y que tiene visos de complejidad.
Pero como en tantas y tantas facetas de la vida, la educación de las personas en lo tocante al uso compartido de las vías debiera ser un pilar básico a desarrollar por nuestro sistema legislativo que, a mi modesto entender, ha quedado un tanto obsoleto.
No me refiero a “educación” en términos de “cortesía y amabilidad”, que también, sino que me refiero a EDUCACIÓN con mayúsculas; como algo integrado en el proceso educativo de nuestros hijos. En este sentido, temo no equivocarme si asevero que el actual método de enseñanza del uso de las vías a nuestros niños y jóvenes es deficiente. Si hablo de los jóvenes, permítaseme señalar que el “modelado” de sus actitudes y comportamientos frente al fenómeno circulatorio se reduce a un período extraordinariamente corto, si hablamos de generar ciertas conductas y desechar otras, además de utilizar un modelo mercantilista para ello; “a tanto por práctica realizada”. Creo poder afirmar con rotundidad que es imposible “educar” de este modo. ¿Se imagina alguien que nuestros jóvenes aprendieran matemáticas, física o química de éste modo, es decir, pagando más o menos según el número de multiplicaciones, problemas o formulaciones realizadas? Se me ponen los pelos de punta sólo de pensarlo y, sin embargo, en una cuestión en la que TODOS nos jugamos la vida (porque no pierdan de vista que aunque ustedes puedan considerarse “buenos conductores”, el error de otro puede repercutirle a ustedes), se opta por la más anti-pedagógico de los modelos. No voy a ahondar más en esta cuestión y la dejaré para futuras publicaciones. Pero si pienso en los niños, la cosa no mejora demasiado: Rojo, amarillo y verde…. STOP = parar….y poco más.
Si se pretende una movilidad universal y segura, objetivo loable donde los haya, resulta necesario afrontar el proceso educativo de las personas de una forma más ambiciosa ….. y generalizada. Llama también mi atención el que los conductores renuevan sus permisos de conducción comprobando únicamente sus aptitudes psicofísicas, sin que nadie verifique si todavía están vigentes los conocimientos y destrezas necesarios para el ejercicio de la conducción… ¿o acaso la legislación no ha sufrido múltiples modificaciones desde que obtuvimos el permiso hasta hoy?
Cita de Pitágoras: “Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”
Con la colaboración de Félix García de Vialitas
Imágenes de Vialitas
Fuente: enlacarretera.pro